Cambio de paradigma

Estamos viviendo un tiempo en el que se hace necesario definir un nuevo paradigma de trabajo. Este nuevo paradigma estará marcado por la deslocalización de la producción de software (y de cualquier otro tipo de producción) y por el trabajo por cuenta ajena.

Por mi profesión veo constantemente que la oferta de trabajo de desarrollo de software no se logra cubrir. Y esto no solo es un tema de desequilibrio entre la oferta y la demanda sino un tema de qué tipo de trabajo buscamos y bajo qué condiciones.

A la hora de elegir un trabajo valoramos diferentes aspectos como el tipo de trabajo, compensación económica y cómo ese trabajo encaja en el estilo de vida que queremos llevar.

Uno de los factores que influye bastante en este último aspecto es la cercanía del puesto de trabajo a nuestra casa. En ciudades grandes se da el caso de emplear bastante tiempo a diario en las idas y vueltas al puesto de trabajo. Por no mencionar el gasto económico dedicado en ese transporte diario o el impacto medioambiental. Ya sea porque quieres hacer algo más durante el día aparte de trabajar o porque necesites compaginar tu vida laboral con la crianza de tus hijos, necesitamos optimizar ese tiempo empleado diariamente en desplazarnos al trabajo.

En cuanto a la oferta y demanda, su equilibro no es homogéneo en todo el país. Mientras en ciudades grandes la oferta de trabajo es superior a la demanda, en otras ciudades de menor tamaño es justo lo contrario. Hay personas con muy buena formación y que sin embargo no pueden trabajar porque su ciudad no ofrece trabajo cualificado.

Deslocalización

Deslocalización de la producción de software (photo by Gaelle Marcel on Unsplash)

Sin embargo, la deslocalización de la producción de software y de otros tipos de negocios no es algo nuevo. Ya se hizo hace unas décadas cuando grandes firmas trasladaron la producción de sus productos a otros países donde la mano de obra era muchísimo más barata aún siendo sus productos de naturaleza física y teniendo que asumir costes de transporte.

En el caso del desarrollo de software también se intentó pero la experiencia no fue en general buena. Mi opinión es que no se contaba con la madurez suficiente en la producción de software. En este sector además hay otros factores que motivan esta deslocalización, aparte del abaratamiento de la producción, como antes se comentó. Desde luego que es un sector que se adapta perfectamente a esta deslocalización, pues lo que se produce no es algo físico y por tanto su coste de transporte es cero. No obstante, esa no tangibilidad del producto software hace que se tengan que afrontar retos si queremos que su producción sea deslocalizada.

Estamos en un momento en el que se están delimitando y concretando muchos aspectos relacionados en la producción de software. Aspectos como herramientas, frameworks de desarrollo, librerías o lenguajes. A la par que los desarrolladores cada vez más se están especializando en tecnologías muy específicas. Si lo miramos desde un plano superior, lo que tenemos son muchas piezas (tecnologías y personas) y el problema que tenemos que resolver es como organizar estas piezas para formar un gran puzzle dando lugar a nuestro producto software.

Esta metáfora del puzzle me hace recordar a cuando veo una gran obra civil como la construcción de los túneles de la M-30 de Madrid. Me surgía una profunda duda: cómo leches se puede organizar esta obra de tan gran envergadura y como no somos capaces de organizar de un modo óptimo el desarrollo de un producto software! Sospecho que de nuevo la no tangibilidad del producto software juega en nuestra contra...

Responsabilidad

Dejando un lado la deslocalización de la producción de software y el trabajo en remoto, como seres humanos necesitamos evolucionar y en el ámbito laboral eso pasa por comprometernos y responsabilizarnos de nuestro trabajo. Sospecho que gran parte de los que somos actualmente asalariados pasaremos a trabajar por cuenta propia y seremos contratados para llevar a cabo un proyecto o servicio concreto. A un nivel superior lo mismo ocurrirá con papá estado. Dejaremos de tomar una postura inmadura delegando en ese prometido estado de bienestar global, pasando a tomar cartas en el asunto y velar por nuestro propio estado de bienestar.

Relacionado con la responsabilidad en el trabajo contaré una anécdota personal que me ocurrió hace unos años.

Actualmente trabajo en remoto unos días a la semana. Cuando trabajo desde casa hago la misma jornada laboral que cuando trabajo desde mi empresa. Pues bien, al principio de comenzar con este ritmo de trabajo me ocurría que cuando trabajaba desde casa me entraba cargo de conciencia si algún día surgía un imprevisto y comenzaba la jornada diez minutos más tarde, o si me costaba concentrarme e iba varias veces a la cocina a hacer un descanso. En cambio, y esto es lo curioso, cuando me desplazaba a mi puesto de trabajo mi preocupación principal entrar en el edificio a un hora prudencial de inicio de jornada. Por dentro me hacía mis cábalas y me decía: "bueno, yo ya he llegado al puesto de trabajo. A partir de ahora, lo que vaya surgiendo...".

Esta anécdota denota en cierto modo como en cada circunstancia adoptamos un rol diferente. Cuando trabajaba en remoto me responsabilizaba más de mi jornada y en el trabajo efectivo del día. En cambio cuando iba al puesto de trabajo aceptaba un rol más de niño pequeño que se siente respaldado por su querida empresa. Esta diferencia con el paso de los años trabajando en remoto ya se ha suavizado, aunque aún hay días en los que aprecio el cambio de rol.

Desde el otro lado del muro, la empresa también tiene que evolucionar. Deberá empezar a confiar en el trabajo efectivo realizado por el trabajador sin entrar a valorar el tiempo dedicado a este trabajo. Deberá pasar de valorar la presencia física del trabajador en la empresa a valorar lo que esta persona realmente aporta a la empresa.

En esta evolución conjunta entre empleador y empleado tendrá que modificarse también en cómo se organizan y planifican las tareas. De asignaciones de tareas improvisadas y poco definidas a tareas concretas y de corta duración. Eso sí, tendrá que seguir siendo un método ágil sin convertirse en procedimientos burocráticos que ralenticen la producción.

¿Y en el futuro, qué?

Y la pregunta que me surge es: ¿este nuevo paradigma de trabajo provocado por la deslocalización de la producción de software y del trabajo por cuenta ajena se adaptará a todas las empresas y trabajadores? Seguramente no. Habrá empresas y empleadores cuya estructura e inercia no se adapte. Habrá empleados que prefieran el método tradicional existente. Pero lo cierto es que habrá mayor diversidad de trabajos para una sociedad cada vez más diversa. La sociedad está cambiando. De estudiar todos los mismos oficios, módulos y carreras, a formarnos en temas muy concretos para una oferta laboral cada vez más variopinta y diversificada.

Mi opinión al respecto es que cada uno de nosotros es un ser humano que necesita expresarse en lo que piensa, siente y hace. Y para ello deberá elegir la alternativa que mejor se adecue a sus necesidades.

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